-Estoy perdido – respondió el chico mirando a la luna.
-¿No sabes cómo regresar a casa? – inquirió la sombra.
-No – el chico le dio la espalda – No sé cuál es mi casa, no sé adónde pertenezco ni dónde está mi hogar; no sé qué camino debo tomar ni adónde me llevará. Hay tantos senderos, y siento que ninguno me corresponde – repuso el chico con tristeza.
-Pero debes elegir, no puedes quedarte parado para siempre. Si no eliges un camino nunca llegarás a ningún sitio y nunca tendrás un hogar – le dijo la sombra con sabiduría.
-Es demasiado difícil, tengo miedo. ¿Y si elijo el camino equivocado?¿Y si termino donde no debiese? Me arrepentiré siempre, nunca seré feliz.
-¿Lo eres ahora? – preguntó la sombra volviéndose cada vez más tenue. El chico negó con la cabeza – Entonces no debes tener miedo porque no tienes nada que perder.
-Pero ¿y si eligiendo mal no puedo nunca llegar a ser feliz? – preguntó el chico con gran preocupación.
-Entonces debes elegir bien – contestó la sombra con sencillez.
-¿Cómo sabré cuál es mi camino? – dijo el chico mirando lo poco que quedaba ya de la sombra.
-¿Qué es lo que hace que tu corazón lata más rápido? ¿Lo que te empuja a seguir adelante? ¿Aquello por lo que arriesgarías todo, incluso tu vida, más aún, incluso la posibilidad de ser feliz alguna vez?
El chico sabía qué era aquello a lo que se refería; pero no podía evitar sentir miedo. La sombra se fue disipando, dejando algunas palabras flotar hasta sus oídos:
-A veces debemos arriesgarnos para poder tener lo que queremos, aunque parezca una locura, aunque parezca imposible. Porque aunque no lo consigamos, el arrepentimiento que sufriremos no será nada comparado con el que hubiésemos sufrido al saber que podíamos haber hecho algo y no lo hicimos.
JG
No hay comentarios:
Publicar un comentario